La bolsa y la Vida

Bitácora de divulgación de la cultura financiera y bursátil

El ‘suelo’ de las hipotecas y el ‘rescate’ de los fondos de inversión

Abriremos ‘La Bolsa y la vida‘ con los asuntos que han sido actualidad esta semana en el mundo económico y financiero. Entre las noticias más cercanas dos han provocado un aluvión de consultas de los escuchantes y están relacionadas con la prepotente actitud de las entidades financieras, actitud que tan bien refleja el ‘maestro Forges’ en la viñeta que ilustra este comentario:

  • La sentencia de un Juzgado Mercantil de Sevilla que declaraba la nulidad del tipo de interés ‘suelo’ fijado en la cláusulas de las hipotecas de algunas entidades financieras. Ante las expectativas surgidas por esta sentencia hay que aclarar que es un sentencia en primera instancia, y que las entidades financieras condenadas han anunciado que van a recurrir la misma, con lo cual los efectos no van a ser inmediatos. Para informarse sobre el contenido de la sentencia, sus efectos, y el camino a seguir por otros afectados por las clausulas que fijan un ‘suelo’ en sus hipotecas, les recomendamos acudir a las asociaciones de consumidores y las Oficinas de Información al Consumidor de sus Ayuntamientos o Comunidades Autónomas.
  • El cambio de condiciones para el rescate de los fondos de inversión que han realizado algunas entidades financieras para aquellos que tienen inversiones superiores a los 300.000 euros. Esta situación demuestra de nuevo que las entidades financieras tienen la sartén por el mango y que varían las reglas de juego cuando les viene en gana aprovechando un marco legal permisivo.

En 5 días de Bolsa‘ haremos un comentario sobre los dividendos que ofrecen las acciones y los tipos de interés ofertados por las imposiciones a plazo fijo (IPF). En ‘De abajo a arriba‘ haremos referencia al X Aniversario de la Carta de la Tierra que se celebra el domingo con un acto público en Madrid. En ‘El Libro Gordo‘ intentaremos aclarar la diferencia entre ‘deuda‘ y ‘déficit‘, cuestión planteada por el hijo de un escuchante.

Les recordamos que disponemos de un nuevo correo para que dirijan sus preguntas, propuestas, sugerencias y críticas: labolsaylavida@rtve.es .

‘No es un día cualquiera’ se emite este fin de semana, 23 y 24 de Octubre, desde la ‘Casa de la Cultura‘ de Madridejos (Toledo). Como siempre toda la información sobre el programa la pueden encontrar en la web y en su Facebook.

El 30 y 31 de Octubre el programa se emitirá desde el ‘Museo Würth‘ en Agoncillo (La Rioja).

0 COMENTARIOS

  1. de Gregorio.

    En nombre de la redacción de 'No le digas a mi madre que trabajo en Bolsa' le solicito disculpas por lo sucedido. Si usted quiere creer que se le ha censurado, está en su derecho, pero lo sucedido es más simple: la nueva herramienta antispam de Blogger ha detectado un texto similar enviado varias veces y ha procedido a borrarlo de forma automática y enviarlo a la bandeja de Spam.

    En caso de decidir usted enviarnos nuevos comentarios, le pedimos un poco de paciencia: el sistema de publicación es automático y necesita un tiempo para actualizar la lista de los últimos comentarios.

    En todo caso, le rogaríamos que en caso de dudas o problemas se ponga en contacto con la redacción, antes de hacer juicios de valor como los que hace.

    Un saludo.

  2. de Gregorio.

    En nombre de la redacción de 'No le digas a mi madre que trabajo en Bolsa' le solicito disculpas por lo sucedido. Si usted quiere creer que se le ha censurado, está en su derecho, pero lo sucedido es más simple: la nueva herramienta antispam de Blogger ha detectado un texto similar enviado varias veces y ha procedido a borrarlo de forma automática y enviarlo a la bandeja de Spam.

    En caso de decidir usted enviarnos nuevos comentarios, le pedimos un poco de paciencia: el sistema de publicación es automático y necesita un tiempo para actualizar la lista de los últimos comentarios.

    En todo caso, le rogaríamos que en caso de dudas o problemas se ponga en contacto con la redacción, antes de hacer juicios de valor como los que hace.

    Un saludo.

  3. Honestamente me sorprende que por segunda vez me hayáis borrado la aportación que como complementaria a la enviada el día 13 de los corrientes os remití el día 14. Y me asombra porque con ello no creo haber traansgredido los principios que este moderador (y por extensión, cualquier otro que pudiera apreciarse) habría de requerir en la confección de estos comentarios.
    Siento vergüenza ajena que por la incompetencia operativa que he encontrado en esta bitácora, mis contactos con Francisco Álvarez se hayan ido al garete.

    de Gregorio

  4. Honestamente me sorprende que por segunda vez me hayáis borrado la aportación que como complementaria a la enviada el día 13 de los corrientes os remití el día 14. Y me asombra porque con ello no creo haber traansgredido los principios que este moderador (y por extensión, cualquier otro que pudiera apreciarse) habría de requerir en la confección de estos comentarios.
    Siento vergüenza ajena que por la incompetencia operativa que he encontrado en esta bitácora, mis contactos con Francisco Álvarez se hayan ido al garete.

    de Gregorio

  5. Vuelvo a insertar el correo que envié anoche a esta bitácora; que vi reflejado en la misma minutos después y que a esta hora ha desaparecido.
    Ruego me comuniquen las razones, si es que creen que existe alguna que justifique su desaparición.
    Como podrán observar este correo debería figurar antes del que os envié el día trece de los corrientes.
    No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

    /./././.

    O lo que viene a ser lo mismo, la moral, la ética y la estética, no digo que estén en

  6. Vuelvo a insertar el correo que envié anoche a esta bitácora; que vi reflejado en la misma minutos después y que a esta hora ha desaparecido.
    Ruego me comuniquen las razones, si es que creen que existe alguna que justifique su desaparición.
    Como podrán observar este correo debería figurar antes del que os envié el día trece de los corrientes.
    No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

    /./././.

    O lo que viene a ser lo mismo, la moral, la ética y la estética, no digo que estén en

  7. ëste precede al insertado con anterioridad,

    No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

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  8. ëste precede al insertado con anterioridad,

    No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

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    O lo que viene a ser lo mismo, la moral, la ética y la estética, no digo que estén en entredicho; digo que resultan antiguallas en unas sociedades en las que todo vale. El progreso está fundamentado en la existencia de una evolución; pero cuando esta evolución conlleva la dejación de todos los valores que consuetudinariamente le hemos venido otorgando al progreso, el progreso deviene involución. Es lo que hemos estado viendo en los últimos treinta años. Después de un largo período en el que, merced a unas políticas sociales se mejoraron substancialmente las confrontaciones entre las empresas y los asalariados, surgieron unos iluminados que postularon el retorno de aquel laissez-faire que fue el mascarón de proa de la vieja revolución industrial. El resultado ha sido el que estamos padeciendo. La libertad se ha convertido en patrimonio de aquéllos que pudieran imponerla. Y ésta no se impone. Se consigue teniendo en cuenta la libertad de los demás. No es por tanto de extrañar que como consecuencia de un neoliberalismo que ha llegado incluso a subvertir los poderes del Estado (y que al mismo tiempo demanda de éste la protección de lo que en ellas se ha conseguido), el hombre haya dejado de creer en sus políticos, en su modelo económico-social y en función de la propia degradación de los valores, hasta en su propia capacidad para desembarazarse de las secuelas que él mismo acostumbra generar. Así no es que sea difícil vivir en sociedad; así es que la sociedad ha dejado de existir.
    de Gregorio

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    O lo que viene a ser lo mismo, la moral, la ética y la estética, no digo que estén en entredicho; digo que resultan antiguallas en unas sociedades en las que todo vale. El progreso está fundamentado en la existencia de una evolución; pero cuando esta evolución conlleva la dejación de todos los valores que consuetudinariamente le hemos venido otorgando al progreso, el progreso deviene involución. Es lo que hemos estado viendo en los últimos treinta años. Después de un largo período en el que, merced a unas políticas sociales se mejoraron substancialmente las confrontaciones entre las empresas y los asalariados, surgieron unos iluminados que postularon el retorno de aquel laissez-faire que fue el mascarón de proa de la vieja revolución industrial. El resultado ha sido el que estamos padeciendo. La libertad se ha convertido en patrimonio de aquéllos que pudieran imponerla. Y ésta no se impone. Se consigue teniendo en cuenta la libertad de los demás. No es por tanto de extrañar que como consecuencia de un neoliberalismo que ha llegado incluso a subvertir los poderes del Estado (y que al mismo tiempo demanda de éste la protección de lo que en ellas se ha conseguido), el hombre haya dejado de creer en sus políticos, en su modelo económico-social y en función de la propia degradación de los valores, hasta en su propia capacidad para desembarazarse de las secuelas que él mismo acostumbra generar. Así no es que sea difícil vivir en sociedad; así es que la sociedad ha dejado de existir.
    de Gregorio

  11. No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

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  12. No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

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  13. No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

    O lo que viene a ser lo mismo, la moral, la ética y la estética, no digo que estén en entredicho; digo que resultan antiguallas en unas sociedades en las que todo vale. El progreso está fundamentado en la existencia de una evolución; pero cuando esta evolución conlleva la dejación de todos los valores que consuetudinariamente le hemos venido otorgando al progreso, el progreso deviene involución. Es lo que hemos estado viendo en los últimos treinta años. Después de un largo período en el que, merced a unas políticas sociales se mejoraron substancialmente las confrontaciones entre las empresas y los asalariados, surgieron unos iluminados que postularon el retorno de aquel laissez-faire que fue el mascarón de proa de la vieja revolución industrial. El resultado ha sido el que estamos padeciendo. La libertad se ha convertido en patrimonio de aquéllos que pudieran imponerla. Y ésta no se impone. Se consigue teniendo en cuenta la libertad de los demás. No es por tanto de extrañar que como consecuencia de un neoliberalismo que ha llegado incluso a subvertir los poderes del Estado (y que al mismo tiempo demanda de éste la protección de lo que en ellas se ha conseguido), el hombre haya dejado de creer en sus políticos, en su modelo económico-social y en función de la propia degradación de los valores, hasta en su propia capacidad para desembarazarse de las secuelas que él mismo acostumbra generar. Así no es que sea difícil vivir en sociedad; así es que la sociedad ha dejado de existir.
    de Gregorio

  14. No acostumbro escuchar el programa de Pepa Fernández, pero alguien muy allegado a mí me habló de tus charlas sobre economía, de tu bitácora y de la idoneidad de que me pusiera en contacto contigo al objeto de buscar repelentes con los que evitar los tiburones; y entrando en la misma me topé (en el sentido más cervantino del término) con El Informe Lehman.
    Como se expone en este artículo, lo ocurrido (como un exquisitez en su versión más degradante de lo que ocurrió en 1929), ha sido algo sobradamente conocido y tolerado por lo que eufemísticamente conocemos como Administración. Por una parte, por la falta de moral, por no decir por la corrupción, que es moneda de cambio en una parte significativa de las entidades gubernamentales; por otra, porque las dimensiones adquiridas por el Capital, así como la maniobrabilidad que sus gestores han desarrollado (o mejor dicho, han sabido imponer) en función de su poder, escapa al control de unos países que con respecto al mismo se han convertido en gnomos.

    A este respecto saco a colación un pasaje que inmortalizó el inolvidable Ortega. Se refiere a aquel gitano que se fue a confesar; pero el cura, precavido, comenzó por preguntarle si sabía los mandamientos. A lo que el gitano contestó. Misté padre; yo loh iba aprendé, pero he oido un run run que lohs iban a quitá. ¿No es ésta la situación presente en el mundo? Corre el run run de que ya no rigen los mandamientos… (fin de la cita)

    O lo que viene a ser lo mismo, la moral, la ética y la estética, no digo que estén en entredicho; digo que resultan antiguallas en unas sociedades en las que todo vale. El progreso está fundamentado en la existencia de una evolución; pero cuando esta evolución conlleva la dejación de todos los valores que consuetudinariamente le hemos venido otorgando al progreso, el progreso deviene involución. Es lo que hemos estado viendo en los últimos treinta años. Después de un largo período en el que, merced a unas políticas sociales se mejoraron substancialmente las confrontaciones entre las empresas y los asalariados, surgieron unos iluminados que postularon el retorno de aquel laissez-faire que fue el mascarón de proa de la vieja revolución industrial. El resultado ha sido el que estamos padeciendo. La libertad se ha convertido en patrimonio de aquéllos que pudieran imponerla. Y ésta no se impone. Se consigue teniendo en cuenta la libertad de los demás. No es por tanto de extrañar que como consecuencia de un neoliberalismo que ha llegado incluso a subvertir los poderes del Estado (y que al mismo tiempo demanda de éste la protección de lo que en ellas se ha conseguido), el hombre haya dejado de creer en sus políticos, en su modelo económico-social y en función de la propia degradación de los valores, hasta en su propia capacidad para desembarazarse de las secuelas que él mismo acostumbra generar. Así no es que sea difícil vivir en sociedad; así es que la sociedad ha dejado de existir.
    de Gregorio

  15. Lo del 17 y 16 de Julio debe estar mal, lo del corta y pega tiene esos inconvenientes a veces, por lo que hay que repasarlo.
    A lo que iba, cuando se dice un rédito es anual, por ejemplo 5% anual, entonces la Tasa Anual Equivalente en la mayoría de los casos debe coincidir con el rédito, a no ser que se diga, p.e. 5% mensual, que ya es decir. ¿Hay alguna fórmula facilita para convertir un rédito que no sea anual en TAE?
    Gracias

  16. Lo del 17 y 16 de Julio debe estar mal, lo del corta y pega tiene esos inconvenientes a veces, por lo que hay que repasarlo.
    A lo que iba, cuando se dice un rédito es anual, por ejemplo 5% anual, entonces la Tasa Anual Equivalente en la mayoría de los casos debe coincidir con el rédito, a no ser que se diga, p.e. 5% mensual, que ya es decir. ¿Hay alguna fórmula facilita para convertir un rédito que no sea anual en TAE?
    Gracias

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