La bolsa y la Vida

Bitácora para la defensa de un modelo socioeconómico con rostro humano

El rey, el campesino y el asno

» Érase una vez un rey que quería ir a pescar. Llamó a su meteorólogo y le preguntó sobre la evolución del tiempo. El meteorólogo tranquilizó al rey diciéndole que podía ir a pescar sin problemas porque no iba a llover.

Para estar apuesto ante la reina el rey se vistió con sus mejores galas. En el camino se cruzó con un campesino subido en su asno que, al ver al rey, le dijo: “Majestad, debería usted dar la vuelta porque dentro de poco va a llover”. El rey pensó: “¿Cómo puede este mendigo presagiar el tiempo que va a hacer mejor que mi especialista diplomado y generosamente pagado que me ha dicho lo contrario?… y continuó su camino. Pero poco tiempo después se puso a llover torrencialmente. El rey volvió al palacio totalmente empapado y la reina se burló de él al verle en tan lamentable estado. Colérico, el rey despidió inmediatamente al meteorólogo y llamó al campesino para ofrecerle el puesto, pero el campesino lo rechazó diciendo: “Majestad, yo no entiendo nada en temas de meteorología pero sé que, cuando mi asno baja las orejas, eso significa que va a llover”… Entonces el rey nombró meteorólogo del reino al asno.

Fue así como se inició en Francia la costumbre de emplear a los asnos como asesores y consejeros formidablemente bien pagados. También se tomó la decisión de crear una escuela: la E.N.A (la Escuela Nacional de Asnos*) con sus diplomados, cuyos brillantes conocimientos podemos constatar diariamente…

(*) ENA es en realidad el acrónimo de Escuela Nacional de Administración. Es también, sin lugar a dudas, la gran referencia de las llamadas “Altas escuelas” en Francia, en las que sólo puede entrar la élite de estudiantes que, con anterioridad, se han diplomado en otros estudios universitarios. La gran mayoría de líderes políticos, ministros, y dirigentes de grandes empresas privadas y públicas francesas de los últimos años son diplomados de la ENA. El presidente Macron lo es, así como una gran mayoría de sus ministros y asesores.

Este cuento me lo ha enviado Ignacio Ramonet, amigo con el que me crié en Tánger y con el que compartí mi estancia en París. Como muchos saben, Ignacio ha sido uno de los directores de referencia de Le Monde Diplomatique en Francia y es actualmente el presidente de la empresa que edita Le Monde Diplomatique en español. El cuento tiene una relación estrecha con Francia, pero creo que se puede aplicar a otros países…aunque en esos países no exista la ENA.

Buenas noches, buena suerte, Salud y Bien Común

Paco Álvarez

5 COMENTARIOS

  1. No sé si es un problema de Francia y España, mas bien, creo que es un problema a nivel mundial. Claro que en España, este problema venimos padeciéndole desde hace siglos.

  2. Excelente cuento y no menor la moraleja que se extrae del mismo y que es también aplicable a algunas altas escuelas de negocios y dislates varios que tenemos en España y cuyos discentes también acaparan puestos muy bien remunerados y escasamente justificados. Aunque no se olvide la batalla librada por universidades de escaso prestigio empecinadas en expedir de títulos a dirigentes de pensamiento involucionista que asimilan el título al saber, más o menos ciencia infusa en estado puro.

  3. No deja de resultar irónico. Pues el asno, al menos acierta que lloverá. El resto de los «alumnos» ni eso. Y es que no hay mayor ignorante que quien se niega a aprender.
    A ver si la deuda privada holandesa explota y el cuento cambia….

  4. Por cierto es evidente que, parece poder extenderse su analogía hasta el otro lado del Atlántico.

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