La bolsa y la Vida

Bitácora para la defensa de un modelo socioeconómico con rostro humano

LAS EMPRESAS, LOS SERVICIOS FINANCIEROS Y LOS FONDOS ESG

Parece que todo es sostenible porque no hay evento donde no se pronuncie esta palabra unos minutos después de su inicio. De la misma forma que se ha deformado la palabra “economía”. Pero, ¿qué entidad, universitaria o no, tiene hoy la autoridad para certificar a las personas que van a proceder a auditar los informes sociales, medioambientales y financieros de las empresas que puedan formar parte de los fondos de inversión ESG?

Si preguntamos ¿qué es una empresa?, la mayoría de las respuestas serán: “una empresa es una empresaria o empresario y un conjunto de trabajadoras y trabajadores”. Sin embargo, si preguntamos ¿puede existir una empresa sin clientes?, la respuesta será NO. Si preguntamos ¿puede existir una empresa sin proveedores?, la respuesta será NO. Si preguntamos ¿puede existir una empresa sin financiadores, independientemente de quienes sean?, la respuesta será NO. Si preguntamos, ¿tiene una empresa un impacto social y medioambiental según el lugar donde esté físicamente ubicada y los productos o servicios que proponga? La respuesta será SI. En función de lo anteriormente descrito parece evidente que una empresa es un conjunto de actores y que forma parte de la misma el impacto que la empresa tiene en la sociedad, pero hubo que esperar a 1984 para que R. Edward Freeman propusiese el término stakeholder y demostrase la importancia que tiene para los negocios, y para la sociedad, la toma de conciencia sobre todos los actores que hacen que una empresa exista.

Un poco de más de historia

Las grandes empresas en general, y las de servicios financieros en particular, reaccionaron poco a poco ante este término y em- pezaron a aparecer los conceptos de RSC o RSE, así como directivas europeas como la MiFID, generándose diversas metodologías de evaluación no siempre muy claras, ni tampoco aplicadas de una forma estándar por todos los implicados.

Por otro lado, en 1986, el término “sostenibilidad” fue introducido en la ONU tras el informe Brundtland y, hoy en día, parece que todo es sostenible porque no hay evento donde no se pronuncie esta palabra unos minutos después de su inicio. De la misma forma que se ha deformado la palabra “economía”, que viene del griego oikos nemein y que significa la gestión de la casa, se ha deformado la palabra “sostenibilidad”, que es la intersección de tres esferas, la económica, la social y la medioambiental. Esto quiere decir que, antes de tomar una decisión en una de estas tres esferas es obligatorio analizar el impacto que dicha decisión puede tener en las otras dos. Si no se hace este ejercicio no se puede utilizar la palabra sostenibilidad, sabiendo también que, con el auge del movimiento relativo al cambio climático, se dice que algo es sostenible cuando se analiza únicamente la huella del CO2… El hecho es que han aparecido en Bolsa los conocidos índices de sostenibilidad, y en muchos de ellos hay empresas que, de sostenibles, tienen lo que yo tengo de ruso. Por ejemplo, la empresa X forma parte de uno de esos índices, pero resulta que su actividad principal se encuentra en la compraventa de productos fósiles generadores de energía… No pasa nada… la empresa X es sostenible porque compra emisiones de CO2… que compensan las emisiones que sus productos generan…

¿Cómo se mide la ética?

Finalmente, aunque se aplicó por ciertos colectivos con principios religiosos desde el siglo XX, otro término que empezó a tener cierto eco en la sociedad ha sido “ético”. Una empresa ética tiene un plus con respecto a la que no lo es… pero ¿Cómo se mide la ética? Una vez más, sobre todo en el sector de servicios financieros vía los fondos de inversión, han aparecido índices diferentes y variados, cada uno de su padre y de su madre, que hace difícil determinar qué fondo es, o no es, ético. Por ejemplo, el banco Y forma parte de un fondo de inversión al que se le ha otorgado el label “ético” … pero resulta que dicho banco financia a empresas que se encuentran en el sector de fabricación de armamentos…

Lo anteriormente descrito nos lleva, en el sector de servicios financieros, a los productos conocidos por la sigla ESG, que tienen un formidable auge en la actualidad. E por Environmental, S por Social y G por Governance, que “hacen referencia a los factores que convierten a una compañía en sostenible a través de su compromiso social, ambiental y de buen gobierno, sin descuidar nunca los aspectos financieros”. He puesto entre comillas el texto que se utiliza generalmente para definir estos productos que hace pensar en la definición de la sostenibilidad del informe Brundtland que he citado con anterioridad. Bien. Pero, ¿qué norma o metodología certifica que las empresas que forman parte de los fondos con marca ESG responden a qué principios? ¿Qué entidad, universitaria o no, tiene hoy la autoridad, para certificar a las personas que van a proceder a auditar los informes sociales, medioambientales y financieros de las empresas que puedan formar parte de los fondos de inversión ESG? En lo que concierne las auditorias de los informes financieros no hay problemas, ya está establecido y aceptado desde hace décadas, pero, ¿En que estado se encuentran las normas para los otros dos informes? Este es uno de los proble- mas espinosos al que todavía no se ha encontrado una solución en los foros de la Unión Europea en los que se están renovando directivas existentes, y en los que se están pergeñando también nuevas directivas. Me refiero a la directiva NFRD (Non Financial Report Directive) que cambia su nombre por CSRD (Corporate Sustainability Reporting Directive), a la directiva CSDD (Corporate Sustainability Due Diligence Directive) y a la directiva TRD (Taxonomy Regulation Directive).

El futuro de la ESG

Se están dando pasos para llegar a un acuerdo, con la participación activa de organismos como EFRAG y ESMA, pero aún no hay nada definitivo. Mientras tanto, he asistido a múltiples reuniones en las que se habla de ESG como si todo estuviese ya acordado y definido… ¿En función de qué criterios?… pues el único que me viene a la mente es ese de “yo me lo guiso y yo me lo como”. No es nuevo en el sector de servicios financieros, pero tampoco es serio. Esto tiene un cierto paralelismo con la digitalización de los servicios financieros, que ha dado lugar a la supresión de miles de puestos de trabajo y de sucursales, dejando de lado a los clientes en general, y los clientes mayores en particular que, con la petición “Somos mayores, pero no tontos”, han hecho rectificar a los bancos. Pues bien, pienso que con los fondos ESG va a pasar algo parecido, habrá muchos que hoy tienen esa característica (“yo me lo guiso y yo me lo como”) y que no lo serán cuando las directivas europeas citadas estén en vigor.

Le preguntaron al gran matemático persa Al Jarismi sobre el valor del ser humano, y este respondió: Si tiene ética entonces su valor es igual a 1. Si además es inteligente, añádale un cero y su valor será igual a 10. Si también es rico, súmele otro cero y su valor será igual a 100. Si sobre todo eso es además una per- sona de bello aspecto, agréguele otro cero y su valor será igual a 1.000. Pero si pierde el 1, que corresponde a la ética, perderá todo su valor, porque solo le quedarán los ceros. Así de sencillo, sin valores éticos, ni principios sólidos, lo único que queda son delincuentes, corruptos y personas que no valen nada.

Pues eso…
Salud y Bien Común

3 COMENTARIOS

  1. Como soy ya muy mayor o por lo menos así lo siento sigo al poeta diciendo que digo que que he visto y he visto que el mercado es una entelequia cue existió y que ahora solamente existe en algunos mercados ganaderos delnorte de España, en los que el que compra como el que vende saben lo mismo de la vaca e transacción y no se pueden engañar.
    por lo demás las empres tienden a engañarte y las empresas multinacionales tienden a engañarte globalmente, parodiando a Lord Acton. Efectivamente si yo voy a comprear un automóvil en un concesionario ni el empledo que vende ninyo tenemos ni idea del automóvil lleno de chips y otros elementos indescifrables para el común de los mortales. Tenemos que fiarnos de funcionarion técnico que acredita que el objeto en venta es un automóvil con unas determinadas características. Ya no hay bujías ni tapa del delco y otros repuestos que antaño algunos éramos capaces de cambiar.
    Los actos de fe hay que dejárselo a las religiones pues cuando vemos la cantidad de engaños y de estafas a las que estamos sometidos. El que me habla de «mercados» me está insultando al suponerme tonto. Lo que hay son «listillos» Agradezco a mi tocayo Paco el que nos alerte como hizo un hijo mío al dejar su trabajo en la Bolsa de Madrid y opositar a Inspector de Hacienda pues no soportaba que los agentes de cambio y bolsa (existentes en la época) se enriqueciesen a costa de la credulidad de los inversores que compraban «siempre» al precio más bajo y vendían «siempre» al más alto. Según la orden que daban al agente . Lo que ocurría verdaderamente es que le engañaban siempre en beneficio del intermediario . Ignoro si en la Bolsa de París ocurría algo parecido.
    SALUD Y BIEN COMÚN

    PACO

  2. Como siempre un artíclo muy didáctico y pedagógico Paco, ¡enhorabuena! Ahora falta que lo lean los que prostituyen la ética, la sostenibilidad y la responsabilidad social y no porque vayan a cambiar de actitud, es para que sepan que hay una parte de la sociedad que estamos hartos de la prepotencia financiera, del poder oligopólico y de la sarta de mequetrefes que están al frente de empresas sin más mérito que el apellido, la amistad o el compadreo escolar de antaño. Y así es imposible avanzar y mucho menos socializar y equdistribuir la riqueza, ahondando cada vez más en la miserable marginación social de la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos

  3. Muchas gracias por el artículo.
    Ciertamente, es esto -como en todo- ni están todos los que son, ni son todos los que están….
    De todas formas no confío mucho en el cambio (al menos de momento)….ha bastado el conflicto Rusia-Ucrania, para que la UE pretenda asignar valor de «renovable» al gas y a la nuclear…..vamos: hacer pasar el camello por el ojo de la aguja…¡con un par!…
    Por cierto: me ha encantado la referencia final a la ética.

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